Page 97 - Educacional Ponenecias Congreso SEHH-STH 2020
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3q21.3q26.2”(3) referido a síndrome mielodisplásico (SMD), LMA o crisis blástica de neoplasia mieloprolife- rativa (NMP) con alteración a ese nivel del cromoso- ma 3 y trombopoyesis anómala.
Los signos guía a nivel morfológico que nos pueden hacer sospechar la presencia de esta anomalía son la displasia multilínea con destacada hiperplasia me- gacariocítica dismórfica (predominando los elemen- tos hipoploides) y la trombocitosis(1).
Con respecto a las características clínico-biológicas, la inv(3)(q21.3q26.2) o t(3;3)(q21.3;q26.2) reposicio- na un potenciador (enhancer) distal de GATA2 que activa la expresión del oncogén MECOM, y, simultá- neamente, confiere haploinsuficiencia de GATA2. Es preciso señalar que la sobreexpresión de MECOM no está limitada a esta entidad; sirva como ejemplo la t(3;21)(q26.2;q22.1) que da lugar a la fusión MECOM- RUNX1 y aparece en general en neoplasias mieloides relacionadas con terapia (NMRT)(1).
Por lo general, la supervivencia global (SG) es infe- rior al año y las respuestas al tratamiento son desalen- tadoras, independientemente del número de blastos al diagnóstico, de tal modo que numerosos autores y trabajos avalan que esta entidad pueda ser diag- nosticada con una cifra de blastos < 20%, al igual que otras LMA con anomalías genéticas recurrentes, ya que la evolución y el tratamiento no difiere(4). Por el momento, la última revisión de la clasificación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) aún no clasifica esos casos como LMA, pero sí recomienda su manejo como tal(1).
Por otra parte, la incidencia de trombocitosis en LMA no es habitual; sin embargo, la LMA inv(3) (q21.3q26.2)/t(3;3)(q21.3q;26.2); GATA2, MECOM sue- le debutar con cifras de plaquetas normales o incluso elevadas (7-22% según la OMS)(1). En 1993 ya se publi- có un estudio en 24 pacientes que relacionaba ano- malías del brazo largo del cromosoma 3 (3q)(5) con la presencia de trombocitosis (16% con > 500 × 109/L). En estudios multicéntricos con un número importante de casos (103 SMD y LMA con esta alteración gené- tica)(4), un 5% presentaron cifras de plaquetas altas, con un máximo de 1.395 × 109/L. El Grupo Español de Citología Hematológica (GECH) publicó una serie de 35 casos(6), en la que un 5,7% tenía cifras de plaquetas > 450 × 109/L, similar a otra serie de 30 casos(7) que arrojaba un 6,7%.
Sin embargo, las cifras millonarias de plaquetas no son habituales, habiéndose comunicado en la mayo-
ría de las series máximos en torno al millón y medio(4,8) (nuestra paciente debutó con > 3 millones/mm3). Se han objetivado diferencias raciales a este respecto, de modo que los asiáticos parecen presentar recuen- tos plaquetarios superiores a los occidentales(9). Casos con cifras superiores a 2 y 3 millones de plaquetas se han comunicado en LMA con alteración a nivel de 3q21, aunque en el contexto de otras translocaciones como t(1;3)(10) y t(3;16;7)(11).
Respecto al impacto clínico que pudiera tener di- cha trombocitosis, no se ha documentado un incre- mento de eventos isquémicos o trombóticos, y tampo- co relación con la supervivencia global(4).
La trombocitosis extrema obliga a realizar un diagnós- tico diferencial con cuadros mieloproliferativos. En rela- ción con nuestro caso,con una cifra de blastos > 20% solo cabría considerar una transformación blástica de una patología previa no diagnosticada, teniendo en cuen- ta que, además, la alteración inv(3)(q21.3q26.2)/t(3;3) (q21.3;q26.2) puede darse ocasionalmente en otras neoplasias mieloides como la leucemia mieloide cró- nica (LMC)(12) (en fase acelerada o en crisis blástica), NMP Philadelphia (Ph)(–)(13) y SMD/NMP(14) como leuce- mia mielomonocítica crónica (LMMC).
A este respecto, ya se ha expuesto la ausencia de analíticas previas alteradas y visceromegalias, y la negatividad de BCR-ABL y de mutaciones en JAK-2/ CALR/MPL que pudieran hacer sospechar un cuadro mieloproliferativo previo. No fue posible, por rechazo de la paciente (hubiera sido interesante), la realiza- ción de biopsia de médula ósea en la que analizar la morfología megacariocítica, ya que, respecto a NMP Ph(–) se ha publicado que a veces coexisten los me- gacariocitos hipoploides de este tipo de LMA con los hiperlobulados de la NMP. La media de tiempo desde el diagnóstico de NMP a la detección de la anomalía en 3q26.2 es de 44 meses (rango de 1 a 219 meses), por lo que no sería absolutamente imposible, aunque sí muy improbable, dado que la incidencia es de un 0,8%(13). En cuanto a una LMMC previa, en ningún mo- mento se constató monocitosis.
El hallazgo citológico de SA y la mutación en SF3B1, junto a la trombocitosis, también nos harían conside- rar una posible mielofibrosis (MF) previa o incluso un SMD/NMP con SA y trombocitosis. Sin embargo, nin- gún dato analítico, clínico o molecular apoyaría este supuesto.
La incidencia y el significado de los SA y SF3B1 muta- do en LMA de novo fueron estudiados(15) en 1.857 ca-
 LXII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia / Ponencias
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